Había una vez, entre dos montañas gigantes un hermoso bosque, al que llamaban: El Bosque de las Voces, ya que las personas que pasaban por allí, decían que cuando soplaba el viento, parecía que muchas voces les decían: ¡HOLA¡
En ese bosque muchos animales habitaban en él, como: búhos, mapaches, zarigüeyas, ardillas, conejos, hermosos pájaros de muchos colores… Todos se llevaban muy bien.
Pero había uno de ellos que no encajaba con los demás, ese era el Zorro. El Zorro era flaco, con pelaje suave, su cola era más roja que el resto de su cuerpo, de ojos azules; era muy joven, aproximadamente ocho años. El Zorro no tenía amigos ya que era muy inteligente, astuto, glotón y alegre. Eso hacía que los otros animales no quisieran estar con él, pues creían por su astucia los iba a engañar para comérselos.
Era el único Zorro del bosque y se sentía muy solo; es cierto que tenía que cazar otros animales para no sentir hambre, pero también quería tener un amigo. Así que decidió hacer amigos y pensó: Voy a sentarme al lado de éste árbol, voy a quedarme quieto, no voy a asustar a nadie para que alguien se sienta seguro y así se pueda acercar.
De repente escuchó un ¡HOLA¡
El Zorro pegó un brinco del susto. Miró a su alrededor y se dio cuenta que era el árbol que lo había saludado.
El árbol era viejo, grueso, un poco alto; su follaje era suave y muy verde.
El Zorro le dijo: - ¿puedes hablar? - Y el árbol le contestó: - Sí, sí, puedo hablar, pero casi nadie habla conmigo.
El Zorro estaba sorprendido, no podía creer lo que estaba escuchando y viendo. Jamás, en su vida había experimentado algo así, pero el que estaba más sorprendido, era el Árbol Mágico, o por lo menos así lo llamaban las criaturas del bosque. Él más que sorprendido estaba feliz, nunca, ninguna criatura del bosque se había atrevido a hablar con él.
El Árbol Mágico era el único árbol que podía hablar, también era el único que tenía poderes, al ser el púnico de su especie pues, se sentía muy solo al no tener con quien hablar, reír o pasar un momento con compañía, vivía muy aburrido. Se divertía cuando podía ayudar algún animal que estuviera en peligro o cuando podía brindarle a los pájaros refugio en invierno al caer la lluvia o la nieve. Como era tan viejo, pues tenía cien años de vida, era muy sabio e inteligente, igual al Zorro.
El Zorro quería saber más del Árbol Mágico, así que le dijo: - Al principio me asusté, pero al verte me calmé -. El Árbol Mágico le dijo: - Casi siempre asustó a los demás -.
El Zorro le preguntó: - ¿por qué se asustan? Yo estoy hablando contigo en éste momento -. Así que le Árbol Mágico le contestó: - porque creen que soy algún espíritu -.
El Zorro se tiró al suelo riéndose a carcajadas, el Árbol Mágico también se rie y le dice: - es en serio todos los animales salen corriendo, pero lo único que quiero es que se queden a conversar conmigo -.
Así que el Árbol Mágico le pregunta al Zorro: ¿y tú, tienes amigos? El Zorro le responde: - no tengo ninguno -.
El Árbol Mágico le pregunta: ¿Por qué no tienes ninguno? Así que el Zorro le responde: - ellos piensan que me los voy a comer al ser el único animal carnívoro de éste bosque.
Al árbol se le ocurrió una brillante idea y le dice al Zorro: ¿Por qué no te vuelves vegetariano? Así dejarán de temerte y tendrás más amigos. El Zorro pensando y finalmente le dice: - Es una buena idea, aunque eso será difícil, pero lo lograré.
Pasaron los días, el Zorro dejó de cazar y empezó a comer vegetales; los otros animales sorprendidos por lo que hacía el Zorro, uno de ellos que era el Conejo le dijo: ¿Por qué estás actuando tan raro? El Zorro le responde: - Es para que dejen de temerme y ustedes quieran ser mis amigos.
Entonces el Mapache y la Zarigüeya le preguntan: ¿o sea que si me acerco a ti no vas a comerme? Y el Zorro le dice: - Exacto, ya cambié mi dieta y todos pueden acercarse a mí.
Todos se alegraron, empezaron a invitar al Zorro a sus fiestas y compartían más con él, ya que no temían más. El Zorro salió a contarle a su amigo el Árbol Mágico, quería agradecerle por el consejo que le había dado; cuando llegó, vio al árbol muy asustado. El Zorro le preguntó: ¿amigo mío que te pasa? Y el Árbol Mágico dice: ¿ves ese cuervo que está posado en mi rama? - Sí, claro lo veo – le responde el Zorro.
Ese cuervo es la Bruja Escarlata del bosque, ella quiere apoderarse de mis poderes, me ha amenazado por mucho años y no ha conseguido quitarme mis poderes.
Entonces el Zorro empieza a gritarle al cuervo:
- ¡Shu, Shu! Vete cuervo feo y apestoso.
El Árbol Mágico lo miró horrorizado y le dijo:
- ¿Qué acabas de hacer? Y el Zorro le pregunta:
- ¿Por qué? ¿qué hice de malo? El Árbol Mágico le dice:
- Ese cuervo realmente es una bruja y muy mala, te puede lastimar, peor si la ofendes. Ella siempre ha querido quitarme mis poderes mágicos.
En ese momento el cuervo se empieza a transformar en lo que realmente es: ¡Una horrible criatura! A lo lejos parece una viejita, pero ya de cerca su cara es horrenda, su nariz larga con muchas verrugas, sus ojos brotados y rojos como el infierno, sus dientes eran afilados como las rocas de un acantilado y su aliento olía a ropa sucia y tenía una gran capa roja que la cubría desde su cabeza hasta sus pies.
El Zorro sintió temor, pero sabía que debía ayudar a su amigo el Árbol Mágico, así como él lo había ayudado alguna vez.
De modo que el Zorro se enfrentó a la bruja y le preguntó:
- ¿Por qué quieres robarle los poderes a mi amigo? A lo que la bruja responde:
- Porque quiero ser la más poderosa del bosque y un Zorro feo, debilucho e insignificante no me detendrá.
El Árbol Mágico grita:
- ¡BASTA! Bruja de los mil demonios, deja a mi amigo en paz. La bruja le grita:
- ¿Y qué me vas hacer? ¿quién me lo va a impedir? ¿TÚ? Pero si eres un árbol viejo, insolente e incapaz de moverte.
Entonces el Árbol empieza a lanzarle rayos y centellas, pero al chocar contra la bruja lo único que hace es enfurecerla más, así que ella le lanza unas bolas de fuego para quemarlo, pero el Árbol se protege con su abundante follaje.
Mientras la Bruja y el Árbol luchaban, el Zorro corrió por ayuda, les pidió a todas las criaturas del bosque que protegieran al Árbol Mágico, ya que una bruja lo estaba atacando. Entonces el Conejo le dice:
- ¿Una bruja? Pero si son muy poderosas ¿cómo la venceremos?
El Zorro se queda callado pensando hasta que finalmente dice:
- Debe haber algún animal muy antiguo del bosque, que sepa cómo derrotar a una bruja; a lo que el Mapache dice:
- ¡SÍ! Yo conozco una serpiente que es la criatura más antigua del bosque. El Zorro le dice: - ¡Ve por ella! ¡Rápido!
Unos minutos más tarde el Mapache llega con la Serpiente, pero en ese momento todos estaban asombrados porque a lo lejos se veía la gran batalla que estaban librando el Árbol Mágico y la Bruja, ya que el cielo se veía rojo, los rayos y bolas de fuego iban y venían; todos tenían miedo.
Así que el Zorro le pregunta a la Serpiente:
- ¿Sabes cómo derrotar a una bruja? La Serpiente le contesta:
- Es muy simple, ellas están hechas de sal.
- ¿Y ESO QUE SIGNIFICA? Le grita el Zorro a la Serpiente. Entoces ella contesta:
- Pues que el agua derrite la sal, en especial la de lluvia, las desaparece al instante. Y todos los animales exclamaron: ¡AAH YA! ¡WOW!
- Eso será sencillo, dijo el Conejo. Pero el Zorro dice: -¿Y cómo haremos para que llueva?
La Serpiente les dice a los animales que hay un ritual para hacer llover y dice así:
INVOCO A LOS DIOSES DEL AGUA,
AGUA DE LLUVIA BLANCA Y ROJA,
PARA QUE EXTINGAN LAS LLAMAS,
DE UNA BRUJA FURIOSA.
La Serpiente lo repitió siete veces, de pronto las nubes se juntaron y chocaron unas con otras, hasta que las gotas de lluvia empezaron a salir de ellas y a caer sobre la tierra.
La Bruja Escarlata miró con horror, sus ojos se brotaron más de lo que eran, trató de refugiarse bajo un árbol, entonces la Ardilla la mordió en su asquerosa naríz, haciéndola salir de su refugio.
El Árbol Mágico levantó sus raíces para atraparla y dejarla inmóvil para que así la lluvia hiciera su trabajo: DERRETIRLA.
La Bruja Escarlata empezó a gritar, pero poco a poco sus gritos cesaron; la lluvia la había derretido por completo.
Todos los animales estaban felices y el Árbol Mágico les dice.
- ¡GRACIAS! Por ayudarme y acabar con esa criatura, ahora sí todos estaremos a salvo. Miró a su amigo el Zorro y le dijo:
- Tú fuiste quien me salvó, gracias por tu amistad.
- Para eso son los amigos, para poyarnos en los momentos más difíciles.- Le dijo el Zorro.
Y desde allí su amistad perduró por siempre.
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