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Foto del escritorLESLY CASTAÑEDA

EL ZAPATO QUE QUERÍA SER NIÑO

Actualizado: 19 sept 2022

NARRACIÓN DE LESLY ALEJANDRA CASTAÑEDA.


Había una vez un zapato que quería ser un niño, zapato ya estaba cansado de ser usado y usado, y en algún momento iba a ser desechado. Veía como su amiga chancla había parado en la basura, solo por ser vieja, zapato quería ser un niño, veía como su dueño nunca envejece, jamás se despegaba, y no lo usaban como lo hacían con el. Un dia, zapato se despegó, su dueño estaba furioso, ya que este era su zapato favorito. El dueño gritaba de ira. Zapato sabía cuál iba a ser su paradero, iba a ser el basurero más cercano de casa, así como su amiga chancla había sido desechada.

Pasaron los días y el dueño no pasó a mirar su dañado zapato, incluso, lo había reemplazado por unos nuevos, con mejores suelas y mas brillantes, asi como lo solia ser el.


El único deseo de zapato era ser un niño, quería ser un humano para que no lo desechasen.

Pasaron meses, incluso años, y el niño nunca más volvió a mirar su viejo zapato. Zapato estaba triste, era verano y el niño no había ido a buscar su viejo zapato, él creía que iba a ir a buscarlo ya que era su zapato favorito para el verano, zapato se dio cuenta de que aquel niño jamás volvería con él, y que si algun dia alguien lo sacase de ese rincón de la cama, sería la madre de aquel niño para llevarlo a un basurero.


Zapato había conseguido nuevos amigos, eran viejos juguetes que con los años eran tirados por su dueño.

¿Por qué lo hacía? Se preguntaba zapato, en aquel rincón de la cama estaban sus más preciados juguetes, trencito, osito, y avioncito, con quienes había pasado una asombrosa infancia, lo que no sabía zapato era que su dueño estaba creciendo, y que pronto iba a envejecer, así como el.

Un noche, zapato pudo escuchar un llanto disimulado que venía de aquella cama ¿Era el? ¿Acaso puede estar el llorando? Zapato recordaba que para que lo único que aquel niño lloraba era cuando se caía cuando estaba en aquel parque cercano.

¿Tal vez estara llorando porque se habra caido de nuevo? ¡Que torpe es, pensaba, no ha dejado aquella torpeza!


Un día aquel niño quiso acomodar su cuarto, zapato había contado cada uno de los veranos en los que no fue a buscarlo; habían pasado 14 veranos. Aquel dia zapato no reconoció a su dueño, era un hombre con la mirada triste, ojeras. Podía verse a leguas la tristeza que cargaba aquel hombre. Zapato creía que lo recordaría con mucho cariño, pero no fue así, fue tirado de un solo tirón a una bolsa negra, junto con los amigos que bajo la cama había conseguido.


La peor pesadilla de zapato se había cumplido, había sido desechado a aquel bote de basura que estaba detrás de la casa. ¡¿Por qué?! ¡¿ Por que lo ha hecho?! Se preguntaba zapato con gran nostalgia, de una u otra manera, zapato no iba a permitir que fuera olvidado y desechado por su amo. Por tres días intentó escapar de aquel basurero, hasta que al cuarto día pudo lograr su cometido, dejando atrás a aquellos amigos que también fueron olvidados por el niño, pero estos no tenían ni la más mínima fuerza, ni una sola pizca de esperanza de volver a los brazos de su dueño.

Zapato estaba cansado, vago por tres días en el patio trasero de la casa (no es fácil para un zapato caminar sin la ayuda de un pie). Podía ver desde la ventana que se asomaba al patio, que aquella mujer que lo había comprado para su pequeño hijo, ya no estaba, y que aquel hombre que sacaba las más grandes sonrisas a aquel niño, apenas podía pararse. ¿Ha pasado tanto tiempo? Se preguntaba zapato, solo habían pasado 14 años, no 50 ni 60 años. Que rápido envejecen los amos, pensaba zapato. Era afortunado de que no envejeciera él tan rápido, sus cordones aún seguían intactos, como el día en los que fueron comprados, lo único que estaba mal era su vieja zuela.

Zapato siguió intentando por otros tres días entrar a aquella casa, pero lo era imposible. Hasta que en el día 10 pudo entrar a ella.


Zapato intentaba encubrirse en los rincones que la casa, para que no lograran verlo, zapato intentaba subir aquellas escaleras que conectaban el primer piso con el segundo, pero pasaron semanas, e incluso meses, en los que zapato no lograba superar aquellas escaleras. Ya se había dado por vencido, hasta que aquel hombre se acercó a aquel zapato de suela dañada que según él, había desechado hace mucho tiempo. Estaba conmocionado, ¿como había llegado aquel zapato a aquel rincón de la escalera? no había respuesta alguna para su respuesta. El hombre lo llevó a su cuarto donde había estado hacía poco, pero nuevamente, lo tiró a aquel rincón de la cama, donde zapato sabía que iba a ser olvidado nuevamente.

Zapato había perdido la esperanza de que aquel hombre lo volviese a querer como alguna vez lo quiso. Pasaron dos días cuando aquel hombre volvió a buscar a su extraño zapato, que debía estar en el basurero de la ciudad. Se quedó mirando un largo tiempo, hasta que de él salió un lágrima, la lágrima más cristalina que zapato había llegado a ver. ¿Por qué lloraba aquel hombre? se preguntaba zapato, lloraba como aquella noche que escuchó aquel llanto disimulado. Mama ya no estaba, ¿que le habría pasado a mama?. El polvo que cargaba zapato encima fue limpiado por las lágrimas cristalinas que brotaban de aquel hombre. El hombre se fue, y regresó con un pañuelo, en donde primero limpio sus lagrimas y luego termino de limpiar el polvo que encima de él aún quedaba.


Zapato quería que él fuera querido nuevamente por su amo, pero no era posible, la tristeza de aquel hombre le impidió querer, ahora estaba solo, aquel anciano ya no estaba ¿a donde estaba? ¿se fue con mamá a algún otro lugar?.

El hombre estaba solo, con aquel zapato, veía como volvía de su trabajo, cansado, veía con la presión de los días acababa con él, se veía acabado por el mundo, por la vida, sus ojeras se hacen cada vez más notables, y sus enfermedades más constantes, habían pasado casi 20 años desde que aquel hombre intento enviarlo al basurero, pero zapato no entendía, no entendía aquel raro comportamiento de su amo, llegaba todas las noches y lo primero que hacía era limpiarlo con sus cristalinas lágrimas que salían de él cuando lo veía. Zapato estaba muy triste, se sentía culpable de que su amo tuviera esa profunda tristeza. Un dia, cuando su amo llegaba de su estresante trabajo de la oficina, cayó, el pobre hombre cayó en aquel piso de mármol que cubría toda la casa. ¿Que podía hacer un zapato? nada, zapato no podía hacer nada más que ver como su amo se quedaba sin aire con los minutos que pasaban. Hasta que en la madrugada, el hombre era solo un cadáver, inerte.

En la mañana la vecina de al lado entró preocupada a aquella casa. Llamó a urgencias, pero no había nada que hacer, aquel hombre estaba muerto, con su más preciado tesoro a un lado, su zapato. Al fin del cabo, zapato fue enviado, al basurero. Zapato estaba triste de que lo unico que le producia era tristeza ¡Eso no queria! gritaba zapato, lo unico que queria zapato era darle felicidad a su amo. Hasta que una noche, en aquel basurero olvidado donde reside, tuvo un sueño. Veía como su amo era nuevamente un niño, feliz, con su zapato favorito de verano,  aquel niño estaba feliz, estaban sus padres, estaba en aquel parque cercano donde iba todos los días del verano.

Pero…¿por qué el hombre estaba triste? zapato vio la primera vez que aquella mujer lo escogió, era un milagro, era uno de los zapatos más feos, era de la última colección y en poco tiempo sería enviado a la bodega del almacén.

Pero aquella mujer fue la única que escogió al viejo zapato que se encontraba en el almacén, el último de aquella vieja colección. Aquella mujer estaba vieja, se veía cansada, igualmente el hombre que la acompañaba. Cuando le entregaron aquel zapato al niño, el niño fue tan feliz que no habría manera de explicar la manera la felicidad que rebosaba sobre aquel niño. Zapato entendió que no es fácil ser humano, los humanos también envejecen, y son desechados como los objetos, son olvidados, y jamás recordados, no hay diferencia alguna. Desde ese entonces zapato ya no quiso ser más un niño, pudo entender que como todos los objetos, los humanos también son olvidados.

La moraleja de este cuento es que como personas debemos valorar nuestros días, nuestros momentos de felicidad, porque en algún momento de nuestra vida, seremos desechados y olvidados, como lo son los objetos. Zapato entendió que aquel hombre siempre lloraba al verlo, ya que aquel zapato le recordaba aquel regalo que le dieron en pleno verano.



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