Había una vez una niña que se llamaba Ana, tenía 10 años, le gustaban los animales y en especial los pájaros. Ella era una niña que todo lo que quería lo tenía, porque si no armaba una rabieta por ser hija única. Tenía un padre que siempre suplia sus berrinches para evitar la bulla y llantos de la niña malcriada que no tenía muchos valores de pertenencia y sacrificio por las cosas que siempre le daban.
A pesar de tener un buen padre complaciente y una madre exigente, por su comportamiento creó una brecha en casa entre sus padres por ser diferentes en la forma de actuar, el cual su padre siempre solucionaba sus caprichos. Un día sus padres se pusieron de acuerdo para regalarle un lindo y hermoso pajarito de muchos colores, de un bello plumaje y angelical cantar. Ana saltó de alegría y lloró de la emoción al ver la bella mascota que le habían regalado sus padres, su promesa era cuidarlo y de valorarlo por ser su primera mascota y su compañía en casa.
Sus padres le pusieron una condición, y era el de estar pendiente de sus cuidados: tener siempre su agua, alimento, y estar pendiente de taparlo en la noche del agua y del frío, y también de los animales rapaces.
Ana era una niña caprichosa que siempre quiso hacer caso omiso a los consejos que sus padres le daban, de no estar cogiéndolo y sacándolo de la jaula porque el ave se podría enfermar o volarse por ser muy delicado. Ella hacía caso a las recomendaciones que sus padres le daban, porque ella siempre tuvo lo que quiso y lo quería rápido, pero nunca tuvo sentido de pertenencia porque sus valores eran pocos y de pocos sacrificios. Su comportamiento era de una niña desobediente, grosera y de mal carácter, siempre estaba malgeniada.
Un día, Ana fue a tocar el pájaro, y cuando lo vio estaba muerto, ¡gritó! gritó tan fuerte que todo el barrio escuchó y se preguntaron qué era lo que sucedía en casa de Ana.
Ella estaba eufórica y gritando como loca, sus amigos y vecinos se acercaron, sus padres comentaron lo sucedido a todos los vecinos que allí se encontraban. Los padres de Ana la culparon por lo sucedido con el pajarito que ellos le habían regalado, ya que ellos le habían hecho las recomendaciones necesarias que debía tener ella con el animalito, ella se puso demasiado triste y decía ¡que si hubiera seguido consejos esto no habría pasado!
Ella se preguntaba si debería pedir otra mascota
Hoy Ana no tiene a su pájaro por no escuchar consejos y mucho menos por no valorar el sacrificio de sus padres por el regalo recibido. Pidió un nuevo pajaro pero solo encontró palabras de reproche y le pidieron cambios en su actitud.
Pero como era caprichosa empezó a comportarse grosera en casa a no comer, a no estudiar y mucho menos a ser caso con los compañeros de clase, todo le daba igual, le iba mal en las notas, se ponía de mal humor, no hacía caso y siempre trataba mal a sus padres. Ella cada noche lloraba por su pájaro, sus padres decidieron llevar Ana al psicólogo para tratar su comportamiento.
El psicólogo primero llamó al padre el cual empezó a contar que nació en un hogar donde no hubo un padre pero si una madre que trabajaba para sacar cinco personitas adelante, habló de sus cinco hijos pequeños los cuales exigian cuidados a los cuales les trato de dar estudio para que fueran personas de bien en un futuro. Nunca hubo abundancia de muchas cosas pero sí recibieron muchos valores como personas de una gran madre y aprendieron a valorar lo poco que tenían.
Luego llamó a la madre la cual también manifestó que nació en un hogar de mucha presión por los comportamientos del padre de ella, y también por lo cual tenía grandes necesidades, pero dentro de los términos de rectitud ella entendia la situacion.
Por último llamó a Ana por lo cual comprobó que a pesar de las cosas que pasaron sus padres ella todo lo tenía y por eso era su comportamiento a la cual nunca valoro nada, porque para ella era muy fácil y metódico tener lo que quería.
Hizo énfasis en la dificultad que tuvieron sus padres para ser la personas que son ahora y las cosas que tenían y el sacrificio que tuvieron que pasar para tener lo que hoy tienen y de lo cual ella disfrutaba sin tanto esfuerzo.
Ana comprendió la situación y empezó a mejorar su comportamiento en la casa, con sus padres, y con la gente que la rodeaba, Ana comprendió y aceptó en dar una disculpa por haberse comportado tan mal con las personas que tanto la querían y la ayudaban, a pesar de todo la entienden y comprenden, Ana entendió que su comportamiento de enojo, grosería, y desobediencia con sus padres no resolvía nada, entonces optó por mejorar la relación con sus padres, profesores y compañeros de colegio.
Ana reflexiono, entendió que a las malas no conseguiría nada, se sintió mal por todo lo que había hecho, y se propuso a ganar de nuevo la confianza y el amor que tanto le daba la gente que la rodeaba, puesto que se habían alejado sus amigos más queridos, valoró que todo lo que le decían era por su bien.
Ana cada dia iba demostrando su cambio y sus padres lo notaron, estaban muy felices, hablaron entre ellos y quisieron darle la oportunidad de tener un nuevo pájaro, ya que Ana nunca perdió la esperanza de volver a tener uno.
Una tarde sus padres la sorprendieron, y al llegar de la escuela escuchó el cantar de un hermoso pájaro dentro de una jaula, agradeció a sus padres por ese gesto de amor hacía ella y prometió cuidarlo, ya que lo sucedido le había dejado una gran enseñanza, y era que para tener lo que se quiere se lo debe de ganara
MORALEJA:
Hay que valorar lo que nos dan, no siempre nos pueden durar para siempre.
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